Cuando los años cobran identidad en las personas se hace más prioritario asegurar una buena calidad de vida.
Si nos ponemos a reflexionar sobre los aspectos
más importantes y más descuidados de la calidad de vida que se quiere asegurar
en el anciano, tendríamos que hablar de
la salud sexual.
Saber cumplir años es probablemente una de las cosas más difíciles en la vida. La edad de jubilación y más hoy en día, la edad de prejubilación, no es el criterio adecuado para establecer el comienzo de la vejez. La buena relación con uno mismo es fundamental en el proceso de envejecer, porque este proceso es propio de la vida misma y no se improvisa por cumplir 65, 75 ni 80. Independientemente de la edad, una buena relación personal con uno mismo, implica saber escuchar nuestro propio mundo interior y conocer nuestras capacidades y nuestros límites. En el proceso vital en el que todos transcurrimos, esta relación personal no impide la vejez, pero sí cambia la forma de envejecer. El contexto no nos favorece: nuestra civilización occidental no posee ni actitud ni capacidad para enfrentarse con serenidad a la ancianidad; al contrario, está empeñada en una continua lucha contra el tiempo.
Sin embargo, aceptar el proceso de envejecimiento
convierte la vida en una instancia más serena, con mayor paz y tranquilidad; se
descubre la vida de una manera más visible. Sin bien los cambios fisiológicos
provocan sensación de vulnerabilidad, también facilitan una búsqueda en el
interior donde la capacidad de amar renace en la edad de los sentimientos.
Nos gustaría pasar a comentar sólo algunos de los
falsos estereotipos en relación con la sexualidad en la vejez.
El
mito Cronológico (Butler & Levis, 1976): Considera que la sexualidad
disminuye con el paso de los años, hasta llegar a una vejez asexuada.
Estudios longitudinales indican que un 70% de los
hombres son activos a los 63 años y un 25% a los 78 años. Además, en la
disminución de la sexualidad interviene no tanto el envejecimiento como la
presencia de una enfermedad, presencia o ausencia de relación, actitud y
adaptación a la vejez.
El mito de la “Paz de los sentidos” (Butler & Levis, 1976): Se refiere a que alcanzando una edad avanzada se desvanece el sexo y la pasión.
Sin embargo estudios con sujetos de hasta 100 años, se ha demostrado
que en todas las décadas existen sujetos sexualmente activos.
El mito de la Menopausia, referido a la creencia de que la menopausia lleva al cese de la vida sexual de la mujer. Sin embargo, la capacidad reproductiva es sólo un aspecto de la dimensión sexual.
El mito de la Embolia y del Infarto, referido a la creencia que el excesivo esfuerzo físico puede provocar una embolia o un infarto, y opta por la abstinencia sexual para disminuir el riesgo. De hecho, es muy rara una muerte repentina durante la relación sexual (siempre que no se esté utilizando viagra, cialis, levitra, u otros medicamentos similares cuando estuvieran contraindicados).
Por último, mejor conocer:
Todos los médicos reconocen que la actividad
sexual del anciano no perjudica la salud.
El estímulo sexual aumenta después de los 65
años.
Es falso que después de la menopausia las mujeres
necesiten en menor medida la vida sexual.
Los hombres ancianos mantienen la erección
durante más tiempo que los jóvenes gracias a la menor capacidad de eyacular.
La depresión es causa de desinterés sexual (tanto
en ancianos como en jóvenes).
El miedo a la impotencia lleva a una incapacidad
sexual real.
La sexualidad es una necesidad que dura toda la
vida.
Vivir el placer podría ser uno de los mejores
criterios de salud mental y de calidad de vida.
Autora: Raquel Valdazo, Psicóloga Especialista en Terapia Sexual y Terapia de Pareja. E-mail: sentirescis@gmail.com; Tfno.: 633311168.