El desacuerdo en pareja es algo tan habitual como saludable. Cualquiera que sea el tipo de relación, este ingrediente se añade como parte de las individualidades de cada miembro de la misma. Si esto no fuera así, no existiría una pareja sino más bien una simbiosis probablemente poco sana y bastante restrictiva para alguno de los dos, y perjudicial, por tanto, para ambos.
Partimos pues de aceptar los
inevitables desacuerdos en pareja. Pero, ¿qué hacemos con ellos?
Los desacuerdos en la relación son
normales. Existen desacuerdos con final feliz. Son aquellos que se consensuan,
se aceptan, se hablan, se limitan, se negocian y, a veces, acaban por ser objeto
de risas. Estos desacuerdos aclarados ayudan a nutrir y hacer crecer la
relación.
Autora: Raquel Valdazo, Psicóloga Especialista en Terapia de Pareja y Terapia Sexual. E-mail: rvaldazo@cop.es; Tfno.: 633311168.
Pero también están los de mal
pronóstico. Son los desacuerdos que empiezan a formar parte de la relación de tal
manera que la hacen daño. Poco a poco, estos desacuerdos van creciendo e
invadiendo la relación de pareja, donde adquieren un espacio propio. Al cabo de un tiempo, estos problemas sin
resolver se reflejan en determinados ámbitos y se transforman en detonadores de
pequeñas o grandes discusiones. A las pequeñas,
las disculpamos; nos repetimos que forman parte de la rutina y de la
convivencia en una pareja. Con las grandes discusiones, a posteriori
y ya con la cabeza fría, solemos reconocer que el motivo inicial no justificaba
la intensidad de la misma. Precisamente cuando por pequeños motivos acabamos en
grandes discusiones, es el momento de reflexionar cuál es el verdadero motivo que
hay detrás.
Existen pilares fundamentales en la relación
de pareja. Uno de los más importantes es la comunicación, clave para su buen
funcionamiento. La comunicación es algo tan innato, tan necesario y tan humano,
que resulta imposible no comunicar. Cuando por algún motivo no queremos hablar
explícitamente de que algo va mal, nos ha molestado o nos ha herido, tendemos,
casi inevitablemente, a comunicar esa
discrepancia por medios comunicacionales poco adaptativos o incluso contaminantes.
En este momento cobran vida enfados, indirectas, comentarios fuera de tono,
boicoteos, castigos…. Así, sin pretenderlo, ponemos en marcha una peligrosa
espiral que sólo retroalimenta y devuelve el problema original amplificado y a
veces con importantes daños. Sin ninguna intención, con esta forma de
comunicarnos tan poco efectiva,
invitamos a nuestra pareja a entrar en un círculo vicioso, antipático y
destructivo, que no sólo no ayuda a buscar soluciones sino que se obstina en
centrarse en los supuestos culpables. Y por supuesto, agrava el conflicto.
Se han hecho ya numerosos estudios y
se conoce que prácticamente no somos originales en los problemas que tenemos en
pareja. Todas las parejas tienen, por así decirlo, casi los mismos problemas.
Lo que diferencia una pareja de otra es cómo solucionan esos problemas. Para ello es vital entender cómo ha sido y
cómo es la comunicación dentro de la pareja. Conocer cómo funciona la comunicación, qué
estilos predominan, de qué se habla y de qué no, si se acepta lo tabú, si ambos
miembros coinciden en lo más esencial… La reflexión sobre la dinámica comunicacional que se ha
establecido en la pareja es vital para la supervivencia de la misma.
A esto tenemos que añadir algo que a
veces se nos pasa por alto. La relación de pareja varía continuamente, es
dinámica y, por tanto, las soluciones también. Una solución a la que se llega
hoy no tiene por qué ser válida para mañana. El devenir de las circunstancias,
alegrías, tristezas, suerte, complicaciones, nos obligan a adaptarnos y también
modifica la relación de pareja. Los pilares que hoy sustentan la relación no
sirven para mañana si no se edifican para sostener las necesidades de ese
tercero, que no es un “yo“o “tú”, sino un “nosotros”. Este difícil equilibrio
sólo es posible con inteligencia, responsabilidad, respeto, confianza e
intimidad.
Partir de que los desacuerdos han
estado, están y estarán ahí, no es tan difícil de sobrellevar cuando se es
consciente de que a través de una buena comunicación de pareja se puede superar
estos problemas. También es esencial comprender
que la individualidad es tan importante como necesaria. Cuando se admite que no
siempre se llegará a un acuerdo igual de satisfactorio por ambas partes, entonces
el juego del perder y ganar pasa a un segundo plano, porque gana la pareja
cuando prevalece la aceptación del otro. Aquí ayuda recordar que lo que te
gustó antes de tu pareja es precisamente que pensara, actuara y sintiera
diferente que uno mismo. Esto implica, de la misma manera, no renunciar tampoco
a nuestra propia individualidad, no someternos a los gustos y preferencias del otro.
También nuestras diferentes formas de ser y sentir son parte de lo que eligió
nuestra pareja.
En definitiva, una relación en pareja
es construir una realidad para compartirla entre dos, y eso pasa por respetar
la individualidad del otro y sus diferencias respecto a uno mismo.
Invitamos a reflexionar sobre el estilo de
comunicación que predomina en vuestra pareja y si se ajusta a las necesidades
de la relación, y también a empezar a considerar los desacuerdos como
oportunidades para crecer y fortalecer la relación.
Autora: Raquel Valdazo, Psicóloga Especialista en Terapia de Pareja y Terapia Sexual. E-mail: rvaldazo@cop.es; Tfno.: 633311168.
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