Cuando una relación llega a su fin sería lógico que ambos iniciaran una nueva trayectoria vital en caminos ya del todo separados. Sin embargo, muchas veces esto no es así.
Es verdad que, a veces, existen dificultades tan sólidas como realistas; hablamos de hijos, posibilidades económicas,… No obstante, son frecuentes los casos donde, sin un gran impedimento aparente, las relaciones acabadas permanecen estáticas durante años
Probablemente no nos es ajena la experiencia de querer dejar
a alguien y no conseguirlo. Esperamos a encontrar la época adecuada, la
situación adecuada, el modo adecuado, el lugar adecuado, incluso las palabras
adecuadas. Intuimos que la persona no es la correcta, no existen muchas dudas al
respecto; entendemos que no estamos bien junto a esa persona o que ya no nos
aporta nada; apenas nos queda incertidumbre o resquicio de duda; sabemos que no
es una cuestión de intentarlo lo suficiente…
Entonces nos proponemos romper, poner
punto final a la relación; pero sin embargo, no nos sentimos capaces de hacerlo.
Sentimos que estamos demasiados ligados a la vida que compartimos con esta
persona, a las rutinas, a los tiempos, incluso a los inconvenientes. Somos incapaces de dar los pasos necesarios
para romper con ese sentir. Problemas de
pareja
En algunos casos, estas relaciones se
mantienen de por vida por el miedo al cambio o a la soledad. En otros casos se
consigue romper, pero tras un tiempo se retorna a la misma relación, cayendo en
las mismas dinámicas, rutinas y dificultades de antaño. Otras veces, cada
miembro rehace su vida con nuevas parejas, creando incluso familias, pero no
han conseguido, sin embargo, romper la antigua relación, y se mantienen los encuentros;
encuentros que aún creando malestar, evitan el desamparo mayor de separarse
definitivamente.
En todas estas situaciones, nos sentimos inmovilizados, subidos en una noria que gira y gira continuamente, pero no va a ningún sitio, y no tenemos forma de bajar.
¿Qué es lo que hace que una persona mantenga
este tipo de situación?
Miedos, inseguridades, falta de
decisión, incertidumbre, supuestas comodidades, intereses,…, existirían miles
de respuestas a esta pregunta.
Sin embargo, lo cierto es que
cualquier situación donde nos encontremos es el resultado de nuestra
participación activa en ella. Por eso, desde la terapia ayudamos a explorar y
enfrentarnos a nuestros miedos, y como cita Heinz von Foerster a “Actuar
siempre de forma que se creen nuevas posibilidades”.
Porque romper del todo con la atadura
del desamor, no es ningún fracaso. Romper es concederse nuevas oportunidades
para buscar el propio bienestar.
Autora: Raquel Valdazo, Psicóloga Especialista en Terapia de Pareja y Terapia Sexual. E-mail: sentirescis@gmail.com; Tfno.: 633311168.
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