Desde niños aprendemos a adaptarnos y a reaccionar
emocionalmente a nuestras vivencias. Esto permite desarrollar diferentes
estrategias para mantener el equilibrio de las relaciones emocionales. Son la repetición de estas estrategias las que se convierten en
los patrones de relación que repetimos a lo largo de nuestra vida.
Tomemos una pareja, donde uno de sus miembros ha
aprendido a relacionarse evitando los conflictos. Esto le ha proporcionado muy buenas
relaciones. Pero la pareja es un territorio muy íntimo. Si esta persona, en su
relación de pareja, tiene como prioridad
principal conservar la cordialidad y evitar los conflictos, la satisfacción sólo
será a corto plazo. Los desencuentros en pareja exigen afrontar conflictos. Pasar
por alto pequeños agravios, puede acabar en “aguantar carros y carretas a
cualquier precio”. Al final, el conflicto probablemente llegará justo por haberlo
estado evitando.
Lo que me gustaría trasmitir es que, sin querer,
y de forma mucho más activa de lo que pensamos, mantenemos y alimentamos
justo aquello que no nos gusta de nuestra relación. Por supuesto, es
muy loable buscar armonía en pareja; pero si esta armonía la colocamos por
encima de hacernos respetar y discutir lo que no nos parece bien, pasamos de la
virtud a la necesidad. Buscar la armonía es muy buena habilidad, pero no sirve
para resolver conflictos. Lo que antes funcionaba ha dejado de funcionar. Las
relaciones de pareja exigen adaptación y cualquier patrón, por muy bueno
que sea, no funciona cuando no es flexible y se repite continuamente en
una relación.
Te propongo reflexionar sobre los conflictos que
evitas en pareja. Dónde acaban y cómo acaban. Qué es lo que te impide actuar de
otra manera, qué necesitarías, qué tendría que ser diferente, qué sobra, qué
falta.
Autora: Raquel Valdazo, Psicóloga Especialista en Terapia de pareja. E-mail: sentirescis@gmail.com; Tfno.: 633311168.
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