Si lo pienso, la primera
vez que vi la imagen sólo me pareció “extraño”… pero de eso ya ha pasado al
menos 2 años y, si hoy tomo conciencia y escribo sobre ello, es porque es ahora
cuando caigo en lo que antaño se me hizo tan imperceptible.
Por eso, primero he estado recogiendo opiniones,
pidiendo una palabra o frase a adultos y a niños entre 3 y 10 años. Y con
intención, sólo a varones. Los hombres han coincidido en adjetivos como “tétrica”,”rara”…
y los niños en un rotundo “no me gusta… si no puede respirar, no tiene nariz,
ni boca, ni orejas”.
Sin embargo, esta “dulce
criatura” está presente en muñecas, juegos tradicionales, estuches, bolsos,
mochilas…además de nuevas imitaciones Y voilà, aquí tenemos todo omnipresente el preciado mensaje: la niña buena
personificada. Se toma a una personita que “debemos educar” y la vamos a hacer
además a nuestro antojo: que sea modosita, que no diga nada, que tampoco tenga nada
que decir (no nos vayamos a sentir violentados) y que esté quietecita, sin
hacer ruido, sin molestar. Pero eso sí, que observe, mejor que se limite sólo a
observar. Que observe a los demás, calladita. Aquí ya es cuando podemos poner
alas, corazones, gatitos, ardillas, caracoles, pajaritos,…e inventar, a nuestro
deseo, una vida feliz.
Y yo me pregunto, con
este modelo que trascurre con tranquilidad por nuestras escuelas, parques y calles, cómo pedimos a las mujeres que hoy sufren violencia de
género o sufrieron algún tipo de abuso sexual en su infancia, que hablen, que no se callen, que “nosotros”,
“esta sociedad”, estamos aquí para protegerlas. Y a la vez las censuramos y las criticamos porque “están donde están cuando,
pudiendo, no hacen nada por salir de ahí” o recriminándolas por no haberlo
dicho antes o incluso por haberlo permitido.
Si habláramos con cada una de ellas y les pidiéramos que dibujen una persona, ¿cómo sería esa imagen?
Y yo te pregunto si en
vez de una niña hubiera sido un niño. Un niñito tierno, dulce, buenito y
quietecito que no tuviera ni nariz, ni boca, ni orejas ¿Se hubiera podido poner en marcha o pensado como
estrategia comercial? Y, de haber salido, ¿algún padre hubiera querido comprar
a su hijo una mochila con esa “tierna criatura”?.
No puedo por menos de
hacer la reflexión de cómo hemos perdido el gran sentido
común que tenemos en la infancia y que es tan accesible para niños de 3 a 10
años.
Es imprescindible educar
en igualdad y mostrar a las niñas que los adultos estamos ahí para escucharlas,
que es importante su opinión y queremos que la expresen porque queremos saber
qué piensan, qué opinan, qué les ocurre y que sepan que las respetamos dándoles
las mismas oportunidades, ni una más, ni una menos, que si hubieran sido varones.
Espero que tú, como persona, pintes el
oído, la boca y las orejas a "tu niña", sea esta tu hija, tu madre, tu hermana o tú misma.
Autora: Raquel Valdazo. Psicóloga ámbito clínico. Colegiada M-22413. Email: rvaldazo@cop.es; Tfno.: 633311168.
No puedo estar más de acuerdo.
ResponderEliminar